
Por: Martín de la Rocha
Ciudad Juárez Chih.- La crisis migratoria en México no es nueva, pero lo que sí es inédito es la manera en que el gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación ha decidido enfrentarla: con improvisación, soluciones frágiles y discursos sin sustento en la realidad.
El último episodio de esta gestión fallida ocurrió en Ciudad Juárez, donde las carpas instaladas para atender a migrantes deportados no resistieron las primeras ráfagas de viento, dejando a cientos de personas a merced del frío. La escena es un reflejo de lo que ha sido la estrategia migratoria del actual gobierno: estructuras endebles, medidas temporales y una falta de previsión alarmante.
Desde su instalación, se había advertido que estas carpas de lona no eran la solución adecuada para proteger a los migrantes de las inclemencias del tiempo. Sin embargo, la respuesta fue la de siempre: minimizar las advertencias y seguir adelante con un modelo que hoy se desploma literalmente. El viento no solo se llevó lonas y estructuras metálicas, sino que también derrumbó el discurso oficial que insistía en que estos refugios eran una solución viable.
Lo más revelador de este episodio es que mientras los migrantes quedaban expuestos al frío, un centenar de servidores públicos –federales y municipales– optaron por resguardarse en camionetas oficiales. El gobierno que tanto presume estar «del lado del pueblo» dejó claro en esta ocasión que no todos son iguales ante la adversidad.
Hasta ahora, se han instalado 10 carpas en la zona conocida como El Punto, pero más que refugios, han quedado como estructuras desarmadas, metáforas visibles de una política migratoria sostenida con alfileres.
Lo sucedido en Ciudad Juárez no es solo un problema de infraestructura, sino de visión de Estado. No se trata de criticar la existencia de refugios temporales –que en contextos de emergencia pueden ser necesarios–, sino de cuestionar por qué la respuesta federal sigue siendo improvisada, con materiales de baja calidad y sin un plan real a largo plazo.
El gobierno de la 4T ha insistido en que tiene una política migratoria «humanitaria», pero los hechos contradicen sus declaraciones. Si realmente existiera tal enfoque, los migrantes no estarían a la intemperie en refugios precarios, expuestos a un sistema que no los protege y que, en muchos casos, ni siquiera reconoce su vulnerabilidad.
Las preguntas que quedan en el aire son evidentes: ¿Quién aprobó la instalación de estas carpas? ¿Quién supervisó su calidad? ¿Cuál es el plan para garantizar que estas situaciones no se repitan? Porque de lo contrario, lo sucedido en Ciudad Juárez no será un incidente aislado, sino otro síntoma de un modelo fallido que insiste en poner parches donde se necesitan soluciones de fondo.